Dos expresiones contundentes de la revolución que viven los espacios que habitamos son el coworking y el coliving, cuyo entendimiento se ha catapultado en los últimos dos años.
Ambos conceptos conciben el espacio como un lugar para colaborar y compartir. En el caso del coworking, además, hay una intención por propiciar la innovación y provocar intercambio de ideas entre personas y equipos de distintas disciplinas.
En cuanto al coliving, hay también una necesidad de compartir amenidades, servicios y cubrir necesidades a bajo costo, que al mismo tiempo permitan una convivencia entre similares, por ejemplo, entre nómadas digitales.
Una tendencia del mercado
Con sus singularidades, ambos conceptos son ya una tendencia del mercado que busca, a través de diversas estrategias, ofertar espacios que satisfagan nuevas necesidades de colectividad, nuevos ritmos de trabajo, formas de habitar y disfrutar el espacio.
Por increíble que parezca, ambos conceptos están incluyéndose a la hora de pensar en cómo deben ser los espacios de trabajo. Esto a la par de pensar cómo ayudan a que la gente quiera volver a las corporaciones y crear comunidad en lo que antes eran sus oficinas.
Reconversión de espacios
Hay que recordar que otra de las tendencias que ha cobrado fuerza es la reconversión de espacios. Incluso, me atrevería a llamarle el “reciclaje de espacios”, que encuentra en el coworking y/o coliving alternativas para tomar ‘un segundo aire’. Esto sin impactar el medio ambiente con nuevas construcciones.
El coworking y el coliving, entonces, pueden verse como modelos de negocio diferenciados que apelan al apetito de una nueva generación que busca tener la opción y libertad de elegir dónde pueden trabajar y vivir. Lo que se busca es una evolución en la forma de trabajar, de vivir, de compartir y de ser sociedad que apenas despunta.