Por Paola Govea, directora de Estrategia Comercial y Mercadotecnia en GAYA
En los últimos años, el término nearshoring ha ganado relevancia en México, posicionándose como una estrategia clave en la reubicación de operaciones y servicios más cerca de los mercados finales. Esta tendencia no sólo ha sido una respuesta a las interrupciones en las cadenas de suministro globales y la creciente tensión entre potencias económicas como Estados Unidos y China, sino que ha traído consigo un auge de inversión extranjera directa (IED) en nuestro país. Desde 2020, México ha experimentado un incremento notable en la llegada de empresas que buscan establecer o expandir sus operaciones.
El crecimiento acelerado de empresas que buscan instalarse en México ha contribuido a la recuperación de la demanda de espacios de oficina, especialmente en regiones estratégicas como la zona metropolitana de Monterrey, reconocida por su dinamismo económico y su infraestructura de calidad. De acuerdo con Siila, esta ciudad ocupa el segundo lugar a nivel nacional en cuanto a construcción de oficinas, con más de 200 mil metros cuadrados en desarrollo.
Las empresas que están llegando al país demandan oficinas de clase A y B, caracterizadas por ofrecer accesibilidad, tecnología avanzada, seguridad y, lo más importante, flexibilidad. Estas compañías buscan espacios que cumplan con estándares internacionales, pero que además sean funcionales, eficientes, sostenibles y saludables para sus ocupantes.
Los nuevos espacios de trabajo deben estar diseñados para favorecer la colaboración, incorporar soluciones tecnológicas avanzadas y adaptarse rápidamente a los cambios en las operaciones y la estructura organizacional de las empresas. En ese sentido, la flexibilidad, se ha convertido en una prioridad para los inquilinos, promoviendo nuevas formas de construir y diseñar oficinas. Esto a su vez ha impulsado la tendencia hacia oficinas con mobiliario modular, paredes móviles y zonas multifuncionales que pueden reconfigurarse fácilmente según el tamaño del equipo y las necesidades del momento.
Además, el diseño debe de estar centrado en fomentar el trabajo en equipo y crear una cultura empresarial sólida. Esto incluye áreas comunes, como cafeterías, lounges o incluso terrazas y jardines, que promuevan la interacción entre empleados. Esta colaboración no se limita únicamente dentro de la misma oficina, sino que se extiende a otras ubicaciones de la empresa. Ello implica la integración de soluciones tecnológicas avanzadas, como salas de videoconferencia de alta tecnología, pantallas interactivas y sistemas de gestión colaborativa que facilitan el trabajo híbrido.
La sostenibilidad es otra prioridad clave para las empresas que se establecen en México. Muchas de estas tienen compromisos claros con la reducción de su huella de carbono y buscan que sus oficinas lo reflejen. Esto impulsa la demanda de edificios diseñados y construidos para ser energéticamente eficientes, utilizando materiales sostenibles y tecnologías que minimicen el impacto ambiental.
Sin lugar a dudas el nearshoring ofrece una oportunidad única para revitalizar la industria de la construcción de oficinas en México. No obstante, para lograr el éxito de los proyectos de construcción de oficinas en un entorno con múltiples desafíos, dependerá en gran medida de una adecuada planificación. Aquí es donde la fase de preconstrucción juega un papel crucial. Este proceso permite identificar y mitigar riesgos desde las primeras etapas del proyecto, asegurando una ejecución más fluida y eficiente.
Durante esta fase, se evalúan factores clave como el presupuesto, los tiempos de entrega y las normativas a cumplir. Además, se anticipan problemas potenciales y se desarrollan estrategias para minimizar su impacto.
La implementación de la tecnología en la operación diaria, como el modelado de información de construcción (BIM, por sus siglas en inglés), también es clave para optimizar los procesos y asegurar la transparencia por medio de reporteo oportunos y eficientes que garanticen la entrega del proyecto en tiempo y costo, cumpliendo con la calidad prometida.
Finalmente, la colaboración entre todos los actores involucrados en un proyecto —incluyendo arquitectos, ingenieros, contratistas y el cliente—, es fundamental para identificar y anticipar problemas, optimizar recursos y crear un entorno de trabajo más seguro y eficiente.
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