Por Patxi Borbolla, Director de la Unidad del Negocio de Hotelería en GAYA.
México es una potencia turística que se ubica entre los 10 países con mayor oferta de hospedaje, medida en habitaciones de hotel. Además, gracias a sus paisajes, riqueza cultural, diversidad gastronómica y clima privilegiado, ha ido posicionándose en las preferencias de los turistas internacionales, quienes buscan una conexión cada vez más profunda con el lugar que visitan.
Durante la última década, las marcas de hoteles de lujo han duplicado su presencia en nuestro país.
Al mismo tiempo, la encuesta sobre las Intenciones de los Inversionistas Hoteleros para México, Centroamérica y el Caribe en 2024 de CBRE reporta que más del 50% planea incrementar sus inversiones en el sector hotelero durante 2024 y alrededor del 64% considera que los hoteles de lujo son los más atractivos para invertir. Esto nos da un indicio de la creciente relevancia que está teniendo el segmento de lujo.
Se suma a lo anterior que, el valor de mercado de la industria de lujo a nivel mundial es de 107 mil millones de dólares y se espera que durante los siguientes cinco años crezca a una tasa anual compuesta de 7.9%, para alcanzar los 157 mil millones para 2029. Esta expectativa se da a partir de diversos factores, incluyendo el auge de la industria de los viajes y el turismo, los cambios en el nivel de vida y el aumento en el poder adquisitivo.
Dicho crecimiento representa también una oportunidad para que nuestro país fortalezca su posicionamiento en este nicho. No obstante, definir el lujo, tanto en el hospedaje como en los servicios que lo acompañan, se torna cada vez más complejo.